El mar, día a día. 24 de diciembre.
Estas mujeres casadas con el mar...
Todas las tardes llegan las mujeres en sonrientes y coloridos tropeles por las callejuelas de Essaouira, en Marruecos. Salen por las puertas cocheras provistas con iguales cubos azules, atraviesan la gran plaza, pasan las murallas y se reunen en los muelles. Después, se sientan y dirigen su mirada subrayada de khol hacia la entrada del puerto. ¡Ojalá no les haya pasado nada a aquellos que aguardan: marido, padre o hermanos! Si todo va bien, los barcos entrarán en puerto y los pescadores se reunirán con ellas, llenando sus cubos de pescados fresco para la cena. "Casarse con un marino es casarse con el mar, con la ausencia, con el miedo...", afirman las mujeres que han atado su destino al de los hombres de mar abierto. "Ser la esposa de un pescador significa esperar. Esperar todo el tiempo. En ocasiones, mucho tiempo. Me acuerdo de haber pasado largas horas sobre el malecón mirando al horizonte", es el comentario de Marie-Louise, la mujer de Franch, un pescador de Le Conquet [ googleearth: 48º21'N + 4º46'W ], en Bretaña. Aquí y allá, por doquier, todos los días, estas mujeres siempre esperan.
[ Marocaines dans le port d'Essaouira ]
[ Fotógrafo: Philip Plisson ]
- - - fin del día 24 de diciembre - - -
[ Fotógrafo: Philip Plisson ]
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