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viernes, 22 de octubre de 2010

Los Cabotos venecianos

El otro día tuve la suerte de recalar en una de mis ciudades favoritas: Venecia. Cuanto más la conozco, más me gusta. No hay coches, ni calles. Sólo agua, islas e islas en el interior de islas. Pero de eso hablaré en otra entrada.

Por otra parte, desde que me enteré de que Corto Maltés había fabulado en Venecia, no me separo del libro de sus relatos: la Venecia Secreta. Eso, añadido a una visión marinera, me hizo fijarme en la casa de los Caboto.


[ Casa de los Caboto ]
[ Fuente: La Venecia Secreta de Corto Maltés ]

Sostiene Corto que:
encontraremos una restaurada construcción del siglo V, que se nos presenta como la proa de una nave presta a partir para quién sabe a qué destino. No es ninguna casualidad: se trata de la morada en que vivieron los navegantes Giovanni y Sebastiano Caboto.
No me queda más remedio que comprobarlo en detalle, y dejar constancia.

[ Fotógrafo: naveganteglenan ]

En Panoramio encuentro una vista georreferenciada, que muestra la casa-nave. Con la Vía Garibaldi a estribor, y con los jardines de la Biennale a babor.



Tengo que confesar mi inmensa ignorancia. No conocía a los Caboto. Escucho con atención a Corto.

El padre, Giovanni, al servicio del rey de Inglaterra, trazó una ruta más septentrional que la de Cristobal Colón, que llevó a descubrir Canadá, donde, junto a la bandera inglesa, plantó la enseña de San Marco.
Giovanni Caboto murió al regreso de aquel viaje, pero su hijo Sebastiano, que siempre le había seguido en sus viajes alrededor del mundo, continuó explorando las rutas desconocidas de la América meridional, convirtiéndose en el instaurador del paso hacia el nordeste.

La curiosidad me lleva a surfear por la Wikipedia. Primero Giovanni. Parece ser que no tuvo mucho éxito en España, cuyos reyes ya habían apostado por Colón. Y se fué a Inglaterra, en donde tuvo más suerte, y se le llegó a conocer como John Cabot.

En año 1497 zarpó de Bristol y puso rumbo al noroeste (en lugar de buscar los alísios, allá por las Canarias, como había hecho Colón años antes). Y, el 24 de junio, descubrió Terranova, creyendo haber llegado a Cipango... no pasa nada, Cristobal Colón había creido algo parecido :-)

Parece ser que hay incertidumbre sobre el sitio preciso de su desembarco. Oficialmente llegó a Bonavista, en la misma Terranova... al lado de Saint-Pierre-et-Miquelon. ¿Quién me lo iba a decir :-?

Pero bien podría haber puesto pié en la isla de Cabo Bretón. Muy cerquita de la isla de Sable: ¿Tabarly tras los pasos de Giovanni Caboto?

Vaya, vaya, hasta he descubierto que el amigo navegante tiene un estrecho: Cabot Strait. Entre Terranova y la isla de Cap-Breton. Por cierto, he visto que es una isla por sólo unos kilometritos de agua :-)

La historia del hijo, Sebastián Caboto, tampoco deja indiferente a los navegantes. Eso sí, mucho más variada. Parece ser que, además de comenzar a nevegar, con su padre Giovanni, por los mares del norte, anduvo por Argentina, en donde hay un pueblecito Puerto Gaboto, y hasta estuvo deportado en Orán :-(

Pero lo más curioso es que, en sus últimos años, Sebastián se juntó con Richard Chancellor, en la extraña empresa de llegar a Cipango por el noreste. Quien dice Chancellor dice Cabo Norte. Quien dice Cabo Norte dice Hudson. Quien dice Cabo Norte dice, por qué no, Hurtigruten. Vamos, ¡que el mundo es un pañuelo!


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4 comentarios:

Unknown dijo...

Hola, navegante!

Maravillosa ciudad, Venecia, en la que da gusto perderse pot los rincones más alejados de todo el barullo turístico. Y aún más si lo haces de la mano de un veneciano ilustre como Corto Maltés.

Sobre Giovanni Caboto, que pasaría a la historia como John Cabot por sus servicios al rey de Inglaterra, cuenta Mark Kurlansky en su estupendo libro "El bacalao. Biografía del pez que cambió el mundo", que cuando el navegante genovés descubrió Terranova para Inglaterra, los vascos ya llevaban muchos años en aquellos mares pescando bacalao. Hecho que, al parecer, certificó Jacques Cartier 37 años después, al descubrir la desembocadura del río San Lorenzo y reclamar para Francia la península de Gaspé. Cartier también anotó, dice Kurlansky, la presencia de un millar de pesqueros vascos, que para no revelar a nadie el secreto de sus pesquerías, celosamente guardado durante años, no habían reclamado para nadie la soberanía de todos aquellos territorios.

Hay una pequeña guía muy bonita de Venecia, de Tiziano Scarpa, titulada "Venecia es un pez". "Compruébalo en un mapa. Parece un lenguado colosal tendido en el fondo", dice el autor. ¡Y es verdad!

Saludos desde Premià de Mar.

Laurus nobilis dijo...

Veneza, também conheço e concordo inteiramente consigo... Uma preciosidade a preservar!

Curiosa história... Por outro lado, decididamente, vou começar a ler Corto Maltés!

naveganteglenan dijo...

Hola joan sol. Encantado de saber que los Cabotos sólo eran desconocidas para mí :-)

Gracias por tus enlaces a los libros... ya tengo lectura para preparar mi próximo viaje a Venecia :-)

Por otra parte, acabo de publicar una entrada sobre un veneciano de pro. Por si no lo conoces ;-)

Hasta pronto.

naveganteglenan dijo...

Hola laurus nobilis. De verdad que merece la pena volver a ver Venecia a través de los ojos de Corto.

Espero así devolverte el regalo de la Villa San Michele.

Hasta pronto.