El mar, día a día. 15 de junio.
Mediterráneo. Un temporal a bordo del Belem entre Córcega y el continente.
En la proa del Belem, dos cigarrillos amenizan una noche de tormenta con sus serpentinas incandescentes. La tripulación hace turnos para vigilar las velas y el rumbo, hacer anotaciones en el libro de bordo y, a veces, responder a una llamada desesperada y hacer honor así al principio de absoluta solidaridad que prevalece en el mar. Así pues, en un barco la noche no está hecha forzosamente para dormir. Además, todo se mueve, la humedad cala hasta los huesos y aunque el universo que les rodea es inmenso, los hombres están recluidos en un espacio exiguo. Un barco lleva una vida aparte, desconectada de las referencias terrestres. Están prohibidos la negligencia y el desorden, porque todo lo que no está en su sitio se cae, se rompe, se moja o desaparece. Aquí hay que inventarse otra vida, siguiendo el ritmo que marcan los relevos de las guardias, con reglas y rituales exigentes y el respeto a los demás y al entorno natural. Esta indispensable mundología marina, la auténtica clave del placer de la navegación, permite que, a pesar de las dificultades de esta vida bambolearte, pueda experimentarse la felicidad de hallarse en el mar. Quizá se deba a un sentimiento de libertad.
[ the thunderstorm ]
[ Fotógrafo: Desco ]
[ Fotógrafo: Desco ]
- - - fin del día 15 de junio - - -
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