Bueno, bueno, vale. Que hable Petersburgo.
El mar, día a día. 30 de junio.
San Petersburgo al despuntar el día. Para muchos, la Venecia septentrional.
A lo lejos brilla una flecha, la del Almirantazgo; más allá, una cúpula, frontones rojos y azules; el zar Pedro el Grande consiguió hacer de San Petersburgo una metrópolis culta, elegante y europea. En 1703, cuando decidió trasladar allí la capital del imperio, en la región no había más que ciénagas infestadas de mosquitos. En la desembocadura del Neva, en las islas Lievres, el zar ordenó la construcción de la primera fortificación, supervisando la desecación de las marismas y encargando palacios y casernas a los mejores arquitectos de Europa. Veinticinco años más tarde se ha conseguido domesticar el delta del río y en la ciudad ya viven 40.000 personas que controlan el 90% del comercio exterior del país: una ciudad radiante, de estilo occidental, acaba de nacer. Trescientos años después, cinco millones de habitantes pueblan Leningrado. Con sus seiscientos puentes, diecinueve islas, centenares de canales, lagos y sus innumerables palacios... la ciudad conserva el encanto y el fasto que hubiera querido el zar.
[ Краснофлотский мост через Мойку ]
[ Fotógrafo: Pavel Borisovich ]
[ Fotógrafo: Pavel Borisovich ]
- - - fin del día 30 de junio - - -
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